Poner en marcha una empresa puede convertirse en algo complicado. El principal obstáculo es que, sólo para tener alguna posibilidad de triunfar, hace falta contar con talento -obvio- y dinero, bastante dinero. En las start-up, los costes suelen dispararse por dos partidas: la asociada al marketing y todo lo relacionado con la constitución de la sociedad, la redacción de los estatutos y pactos sociales, la inscripción en el Registro Mercantil y en el de patentes y marcas y otros. A todo esto hay que hacer frente cuando no entra ni un euro en la empresa y todo son gastos. Y no es fácil.
Por eso, en Sillicon Valley ya hace tiempo que funciona la fórmula del legal for equity. Allí, muchos despachos trabajan gratis para los emprendedores a cambio de una pequeña porción del capital. En Barcelona, el despacho IntLaw asegura ser el primero en ofrecerlo a sus clientes. "Tenemos dos proyectos de clientes que encajan en este esquema y esperamos concretarlos en los próximos meses", comenta Simone Guaglianone, socio de la firma. A título orientativo, si una start-up se valora en su fase inicial en un millón de euros y el trabajo legal del primer año puede alcanzar los 50.000 euros, IntLaw puede recibir, a cambio de su asesoramiento, hasta el 5% del capital. "Sabemos que en más del 80% de los casos la empresa no sigue adelante; pero las que sobreviven pueden ser un buen negocio tanto por el valor de la participación como por lo que les factures en el futuro".
Por Lalo Agustina / La Vanguardia
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