Todo agricultor que se precie sabe que para disfrutar de una buena cosecha es necesario seguir una serie de fases que garanticen que esta sea abundante y de calidad. Cada una de ellas tiene unos tiempos y necesidades que deben respetarse.

Así, si siembras en un terreno seco y aislado, te obligará a llevar agua constantemente y en algún momento te cansarás y se secará. Si pones diez plantas donde sólo hay espacio para una, simplemente no crecerá ninguna. Si cosechas demasiado rápido sin dejar crecer la planta, tendrás fruto pequeño y escaso. Errores del agricultor impaciente o avaricioso.

Algo muy parecido pasa con nuevas industrias como los Esports. Si quieres que se asienten y florezcan, debes respetar unas fases. Es indudable el interés de la juventud por las competiciones de videojuegos y por las herramientas de visionado online y se sabe que juegos como el League of Legends o el FIFA ya funcionan en otros países. Los promotores de competiciones de Esports detectaron hace tiempo que España era un buen terreno para que pudiera desarrollarse y crecer la industria de los Esports. Así surgieron casos como la Superliga del League of Legends organizada por la LVP (Liga de Videojuegos Profesional) o la eLaliga para el FIFA.

Sin embargo, hay clubes de Esports que claramente se han saltado esta fase de estudio previo. Una osadía muy mal entendida les ha llevado a lanzarse a una aventura empresarial sin medir ni entender el modelo de negocio. Es normal que, en los primeros años, los gastos sean superiores a los ingresos y que este déficit se deba cubrir con aportaciones de los socios. Sin embargo, el faro que debe guiar a todo gestor es el de cuadrar las cuentas, centrando esfuerzos en generar ingresos y en contener gastos.

En el apartado de ingresos, si estos dependen fundamentalmente de los patrocinios, se debe potenciar infinitamente más la visibilidad y el poder publicitario de estas competiciones. Conozco de cerca la enorme dificultad de clubes para conseguir patrocinios por el mero hecho de que las empresas del tejido empresarial español no conocen ese mundo lo suficiente como para apostar por ello.

Los clubes también deben establecer su estrategia. Personalmente me gusta más el modelo de club territorial donde éste busca que se le asocie con un territorio o con un equipo de fútbol concreto. Así, en este modelo, el club (empresa) tiene mucho más claro donde debe centrar sus esfuerzos de celebración de eventos, de contacto con instituciones (locales y/o autonómicas) y, en definitiva, de implantación de marca para la generación de una fan base con la que acudir a empresas en la búsqueda de patrocinios.

Otros retos para facilitar ingresos pasan por proponer modificaciones legislativas en las normas tributarias y laborales buscando su equiparación con el deporte tradicional. Desde el punto de vista fiscal, sería interesante que el patrocinio a un equipo de Esports tuviera unas bonificaciones fiscales al estilo de las previstas en algún territorio foral para el patrocinio de deportes tradicionales o como las previstas para acontecimientos de excepcional interés público al que ya se han acogido numerosos eventos deportivos en España. Desde el punto de vista laboral, se trataría de intentar aplicar la normativa laboral de deportistas profesionales (RD 1006/85 de 26 de junio) para conseguir que, en defensa del principio de la estabilidad de las plantillas, se puedan establecer cláusulas de rescisión (no permitidas fuera del RD 1006/85) favoreciendo los ingresos por traspasos.

Y, por último, los organizadores de las competiciones, reconociendo el enorme esfuerzo de los clubes, deben apostar por asignar mayores cantidades por derechos audiovisuales y/o patrocinios de la propia competición.

En el apartado de los gastos, puedo decir que he participado en fichajes de futbolistas con salarios estratosféricos y asisto con asombro como se repiten algunos mismos patrones en negociaciones de contratos de jugadores de Esports. Jugadores y entrenadores quieren recolectar demasiado rápido, exigiendo unas condiciones económicas que hoy por hoy no se pueden pagar. Se está llegando al extremo de jugadores que llegan con representante para negociar un contrato de 25.000 €. No tiene sentido. Las cifras deben ajustarse a los ingresos que se esperan del club. Si no, corremos el riesgo (igual ya es tarde) de generar una absurda burbuja.

Otro error es querer seguir por seguir el ritmo de lo Esports. No creo nada recomendable generar en el club nuevas secciones a la misma velocidad que la industria genera nuevas competiciones de nuevos videojuegos. Si se hace, debería ir acompañado de un nuevo plan económico, normalmente con nuevos socios inversores para compensar las cuatro o cinco nuevas nominas más que pagar. Al igual que al agricultor no le crecerá ninguna de las diez plantas que plantó donde sólo había condiciones para una, el empresario que apueste por muchas competiciones de Esports donde sólo tenía presupuesto para una o dos, tendrá muchas posibilidades de que tengan un recorrido mucho más corto. En definitiva, los Esports pueden representar una oportunidad extraordinaria de inversión. Las cifras de seguimiento y aficionados (no patrocinadores) no dejan de crecer de forma exponencial. Sin embargo, se debe seguir trabajando para que este negocio se asiente y coja una velocidad de crucero que dé estabilidad económica en las cuentas de las empresas que han sido pioneras al apostar por el sector. Ahora que comienzan las nuevas competiciones del año 2023 y se están cerrando plantillas y presupuestos, es un buen momento para reflexionar sobre ello

Por Iñigo Abrego, socio de Legal y Fiscal

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