Por ESTHER PANIAGUA / El Mundo
Cuando Roberto Romero y Nicolás Alcalá decidieron constituir su empresa, no se lo pensaron dos veces: lo harían en Reino Unido. A pesar de ser españoles y de trabajar en España, pensaron que esta era la decisión menos compleja y costosa. "Aquí te exigen abrir tu cuenta con capital social, tributar desde el primer día y someterte al calendario del contribuyente, lo cual es uno de los mayores sinsentidos para promover la creación de empresas innovadoras", explica Romero.
La suya -con poco menos de dos meses de vida- es una de ellas. Se llama Future Lighthouse y es un estudio de creación de contenidos de ficción para realidad virtual. Es una empresa de base tecnológica, con necesidades diferentes a compañías en otros sectores. Por eso, sus fundadores consideran necesarias unas condiciones adaptadas y diferentes. "El sistema actual es muy agresivo y no tiene en cuenta que en industrias en fase temprana como la nuestra, donde aún se está creando el mercado, no es posible facturar desde el primer día", explica Romero.
El joven asegura que Reino Unido aporta varias facilidades en este sentido: "El proceso se puede hacer en horas y disfrutas de ventajas fiscales como no tener que tributar hasta facturar 300.000 libras o no cobrar el IVA hasta alcanzar las 90.000 libras facturadas". En su opinión, este tipo de ayudas son vitales. "Te permiten evaluar si tu proyecto es viable o no en un tiempo razonable, enfrentándote al mercado real con unas condiciones que te despejan el camino de algunas preocupaciones durante los primeros meses", opina.
Future Lighthouse es un ejemplo más de la caída de la innovación en España a niveles de 2007. Así lo constata el Marcador de Innovación de la Unión en 2015, publicado por la Comisión Europea. Este ranking ofrece una evaluación comparativa del rendimiento de la investigación y la innovación de los Estados miembros de la Unión Europea (UE) y de sus puntos fuertes y débiles.
El problema es endémico en Europa, según el Marcador. El número de empresas y pymes innovadoras en el continente está en declive. También lo están las solicitudes de patentes, las exportaciones de alta tecnología y las inversiones de capital riesgo. Esta es precisamente otra de las problemáticas a las que alude Romero. En su opinión, "el panorama en este sector no es atractivo para los inversores". Sin embargo, el modelo que funciona en Estados Unidos o en Reino Unido propicia el apoyo de inversores ángel que creen en este tipo de iniciativas y no les importa arriesgar por ellas", señala. Javier Ullecia, cofundador del fondo de inversión Bullnet Capital y presidente de la Asociación Española de Entidades de Capital Riesgo (ASCRI), cree que el principal problema en este sentido en España es la "falta de interés de los inversores en capital riesgo. Tendría que haber incentivos para el dinero privado".
No obstante, al fundador de Bullnet no le cuadran los datos del marcador de la Unión, según el cual el indicador individual de inversiones de capital riesgo en España es el que ha experimentado una caída mayor (17% menos) en la Europa de los 29. Según las fuentes de Ullecia, las inversiones de capital riesgo en España -procedentes de fondos nacionales- no han bajado, sino que se han mantenido e incluso "han subido en fases tempranas con respecto a 2014".
El marcador de la UE clasifica a España entre los países catalogados como innovadores moderados. La sitúa en el puesto número 19, con dos puntos menos que el pasado año. "España no sale bien parada en ninguno de los índices de innovación internacionales", afirma Jorge Barrero, director de la Fundación Cotec para la innovación tecnológica. "Muchos problemas los conocemos perfectamente, por tanto no se trata tanto de reflexionar como de actuar", sostiene.
Se refiere, por ejemplo, a los incentivos a la inversión que comentaba Ullecia. "No solo necesitamos más fondos de capital riesgo sino más internacionalizados, que se nutran no solo de grandes fortunas sino de pequeños inversores, y que entiendan qué hay detrás de la innovación y se sientan cómodos haciendo esas inversiones". Barrero cree que en ello juega un papel importante la educación y la sensibilidad hacia estos temas. "Vivimos en un país en el que los incentivos fiscales han estado dirigidos a la compra de vivienda", asegura.
En cuanto al declive en las solicitudes de patentes que refleja el marcador de la UE, Barrero cree que no es tan relevante la cifra de solicitudes como la de patentes licenciadas o explotadas. "Además de expertos en propiedad industrial, necesitamos equipos preparados para comercializar dichas patentes y negociar con empresas interesadas, que es en lo que fallamos. No pueden quedarse en un cajón", argumenta el director de Cotec.
Como aspectos positivos, Barrero señala que "contamos con una fuerza de trabajo formada, un buen sistema público de investigación en ciencia y tecnología y buenos ejemplos de empresas españolas que exportan tecnología". Entre esas empresas se encuentra Abengoa. Su negocio -según el secretario técnico de la empresa, José Domínguez- se basa en el desarrollo de productos tecnológicamente avanzados que le aporten una ventaja competitiva con la que llegar al mercado. Un ejemplo es la creación de la primera torre comercial de energía termosolar del mundo en 2007 en Sanlucar de la Mayor (Sevilla).
Domínguez explica que su manera de exportar tecnología es concebir a través de la I+D+i nuevos productos y nuevas plantas y llevar fuera ese conocimiento, e incluso algunos de los productos y componentes. En este proceso, opina que "es necesaria una mayor agilidad en los programas que financian la exportación". También cree que es fundamental desarrollar la normativa española de compra innovadora. A su juicio, esta debería ser "una política selectiva de apoyo a la innovación, fiable y mantenida en el tiempo -al margen de cambios de Gobierno- y que permita a las empresas hacer inversiones en líneas innovadoras en los sectores donde España pueda ser competitiva", sentencia.