Por PIERGIORGIO M. SANDRI / La Vanguardia
En Londres se habla cada vez más español. En los últimos dos años España ha sido el tercer país europeo que más ha invertido en la capital inglesa, con un capital que supera los 1.000 millones de euros, según datos proporcionados por la consultora Jones Lang Lasalle (JLL).
Amancio Ortega, con su sociedad Pontegadea, ha protagonizado las mayores operaciones de compra en los últimos meses al adquirir edificios emblemáticos para oficinas, comercios y apartamentos. El pasado mes de diciembre se hizo con la sede de la minera Rio Tinto en St. James Square, un área donde se acaba de batir el récord de cotizaciones: 145 euros por metros cuadrado.
Otros nombres propios de esta reconquista inmobiliaria española son Villar Mir (OHL), el inversor Rafael Serrano, Mario Losantos (el hombre que llevó Riofisa al parquet) con su sociedad inversora Allegra y la familia González Delgado (a través de la sociedad Hermera). Entre los catalanes, destaca el grupo Metropolis, que está formado por varios socios como Cuatrecasas o Bassat, entre muchos otros.
Las empresas españolas compran, pero en menor medida también venden. En los últimos meses por ejemplo han salido el Santander, el BBVA. Por una razón u otra, la capital de Inglaterra es una plaza estratégica para llevar a cabo operaciones inmobiliarias.
¿ Por qué Londres ? La metrópoli británica es el mayor mercado mundial de oficinas del mundo. Varios son sus puntos fuertes: reglas transparentes y gran liquidez (se vende con rapidez); unos rendimientos estables y prolongados (entre el 3,5-4 %), con contratos de alquileres que fácilmente superan los diez años; su posicionamiento como ciudad captadora de talentos y sede de empresas y la posibilidad de un tratamiento fiscal conveniente.
Baste pensar que los impuestos Baste pensar que los impuestos (el residencial es otra historia) no llegan al 6 % del precio, “ pero con una sociedad domiciliada en Luxemburgo se puede llegar a pagar únicamente un 1,5 %”, reconocían desde JLL. No es de extrañar que tres cuartas partes de las inversiones en Londres proceden del extranjero: fondos de capital riesgo, personas multimillonarias, fondos soberanos, etcétera.
La ciudad no para. La presencia de grúas es constante. La próxima puesta en marcha del Crossrail, una línea ferroviaria que unirá la ciudad con el aeropuerto va a revalorizar la zona del West End. Google, Amazon y Facebook o Bloomberg han desembolsado cifras importantes para sus sedes londinenses. Desde el 2010, los precios han subido un 78 % y en la actualidad se sitúan entre un 10 % y un 20 % por encima de los niveles precrisis. Pese a ello, nadie pronuncia la palabra burbuja. Un despacho de cien metros cuadrados para un family office en Barcelona puede salir por 1.800 euros al mes; en Londres se superan fácilmente los 10.000.
En sentido inverso, España también empieza a despertar cierto interés. Russell Jewell, jefe de Private Equity de AWE, explica que en el mercado, se ha pasado de una situación de “ escepticismo ”, en el que se debatía si el país seguiría perteneciendo a la zona euro a una de “ entusiasmo”.
Se están buscando inversiones (oficinas, centros logísticos o comerciales) con rentabilidad cercana al 6%.
Dos incógnitas, sin embargo, planean: una es la escasa oferta (que se limita a Barcelona y Madrid) y la persistencia de una tasa de paro que puede ralentizar la recuperación. En cuanto a la incertidumbre política, ni el soberanismo catalán ni el temido efecto Podemos se perciben como un riesgo. De momento.