Los datos recientemente publicados sobre la actividad de M&A en España en el primer semestre del año 2021 muestran un crecimiento del 93% respecto al mismo periodo del año anterior, alcanzando un valor total de más de 31.000 millones de dólares (datos correspondientes a transacciones anunciadas, sobre targets en España, Thomsom Reuters). Con estas cifras, ¿cómo no ser optimistas de cara al segundo semestre si, en este primero, todavía estamos sufriendo el impacto del COVID en múltiples sectores?

Conviene matizar estos datos para poder hacer un pronóstico algo más fundamentado del medio plazo. Si eliminamos los mega-deals de los datos de ambas muestras, es decir, aquellas operaciones de más de 1.000 millones de euros (Masmovil, Bankia e Idealista en 1H2020 y Telxius, Naturgy, Euskaltel, Solarpack y Urbaser en 1H2021), los números arrojarían un decrecimiento del 5%, una cifra que merece un análisis más detallado si tenemos en cuenta que la economía española estaría creciendo a ritmos interanuales del 8% agregando los dos primeros trimestres del año.

Otro dato relevante a tener en cuenta es que la actividad de M&A se ha concentrado desde el principio de la pandemia en unos pocos sectores muy resilientes (infraestructuras en sentido amplio -y sólo hay que ver los mega-deals enumerados anteriormente-, energía y en otra escala IT/tecnología, sanidad, alimentación y educación). El sector industrial, que ha sufrido mayor volatilidad, se ha visto muy impactado por el entorno COVID (interrupciones en la cadena de suministros, subidas generalizadas de las materias primas, ineficiencias en los procesos productivo, etc.), por lo que su contribución a las transacciones corporativas ha sido bastante escasa. Y qué decir de un sector tan relevante para la economía española como el sector turístico/hotelero (12,4% del PIB pre-COVID) y toda la industria de soporte de aquel.

A partir de este análisis, nuestra visión es razonablemente optimista para la segunda parte del año en curso. Por una parte, por encontrarnos en un entorno macro que nos llevaría a un crecimiento del PIB para el conjunto del año en el entorno del 10,8%. Segundo, porque se empieza a apreciar una normalización del “current trading” de las compañías a medida que el impacto de la pandemia se va disipando (y según escribimos esto, vemos con preocupación el crecimiento de la quinta ola, que, si bien está teniendo unos efectos sanitarios muy inferiores a las olas anteriores motivados principalmente por el alto porcentaje de vacunación de la población, sigue provocando una importante disrupción en muchos negocios). En este sentido, prevemos que los sectores más afectados por la crisis vayan progresivamente siendo objeto de operaciones corporativas. Tercero, por el previsible impacto positivo que tendrá en las empresas españolas la llegada de los fondos Next Gen y la continuación de programas nacionales con los Planes a empresas estratégicas de SEPI y Cofides. En cuarto lugar, sigue existiendo un stock elevado de fondos disponibles por parte de Private Equities, tanto nacionales como internacionales, así como por parte de grandes corporaciones. Para estas últimas, el crecimiento inorgánico continuará siendo una importante palanca de adquisición de nuevas competencias tecnológicas y de entrada en nuevos mercados. Por último, España sigue siendo un interesante destino de inversión dado que los precios de compra (en términos de múltiplos) son inferiores a los de los países de nuestro entorno y porque todavía existen posibilidades de consolidación de sectores industriales muy interesantes dado el tamaño medio actual de nuestras empresas.

Por Juan López del Alcázar

EY España, Socio responsable del sector Private Equity y Managing Partner de Strategy and Transactions

Publicado en Capital.es

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