La inversión en startups tecnológicas, antes reservada a unos pocos “Business Angels” e inversores especialistas, va ganando protagonismo en las carteras de un cada vez más amplio número y tipo de inversores, de individuos a corporaciones e inversores institucionales. La mayor parte de esta inversión se canaliza a través de fondos de Venture Capital que, por sus características, son gestionados por profesionales experimentados y supervisados por entidades reguladoras como la CNMV en nuestro país. Para arrojar luz sobre estos vehículos, nuevos para muchos inversores, y capaces de aportar mayor rentabilidad esperada y descorrelación con muchos activos, quería escribir un breve artículo sintetizando su funcionamiento.

Comenzaremos con una práctica y casi obvia definición: son vehículos de inversión en la que uno o varios inversores (“Partícipes” o “Limited Partners”) comprometen parte de sus ahorros para que gestores profesionales especializados (“Gestores” o “General Partners”) los inviertan en empresas innovadoras/tecnológicas no cotizadas, con el objetivo de obtener una rentabilidad a medio/largo plazo acorde con su estrategia. De esta definición se desprenden ya algunas de sus principales características:

  • Estrategia: Tradicionalmente los fondos de Venture Capital invierten cantidades moderadas en la fase temprana (2-3 primeros años de vida) para luego construir su posición (léase adquirir más participaciones en siguientes ampliaciones de capital o compraventas) con inversiones mayores en las empresas más prometedoras de su cartera diversificada (20-30 empresas). Este modelo ha inspirado una gran variedad de estrategias con fondos que invierten en un único sector/tecnología, o cantidades idénticas en todas las empresas de la cartera en fases muy tempranas, o enfocados en startups consolidadas (>5-10 años de vida), por ejemplo. Lo que la inmensa mayoría de estrategias tienen en común es el objetivo de vender las participaciones con fuertes plusvalías, normalmente en los llamados “Exits” (venta de la startup a una compañía de mayor envergadura), pudiendo también venderse a otros fondos especializados en siguientes fases de la vida de la empresa o mediante la cotización en mercados bursátiles. De nuevo, en lo que casi todas coinciden es en que esas fuertes plusvalías vienen derivadas por una fuerte y rápida creación de valor gracias al crecimiento de las startups invertidas durante el periodo en el que el fondo es socio/accionista de éstas.
  • Gestores: Por las características del subyacente, es normalmente requerido que el Equipo Gestor del fondo tenga experiencia, no sólo para identificar oportunidades y negociar las inversiones y desinversiones, sino también para apoyar a los fundadores de las Startups en varias facetas de la creación de una empresa innovadora y con altos riesgos asociados. En función de la estrategia del fondo, por supuesto…
  • Partícipes: son estos riesgos, junto a la iliquidez asociada a los fondos de Venture Capital, los que provocan que estos fondos estén normalmente reservados para inversores profesionales, si bien se permite que inversores minoristas bien asesorados y con cierta envergadura puedan también participar. No sólo las participaciones que adquieren los fondos son en startups no cotizadas, difíciles de vender en el corto plazo, sino que el propio fondo de Venture Capital no es negociado en ningún mercado organizado. Fondos con estrategias especializadas en este “mercado secundario” han florecido en distintos puntos de Europa recientemente.
  • Compromiso: Los Partícipes no desembolsan normalmente su inversión de golpe, sino que adquieren un compromiso para ir desembolsando una cantidad total en varios desembolsos (“Capital Calls”) a solicitud del Gestor. De esta manera se intenta maximizar la rentabilidad final del fondo, adecuando los flujos de entrada de capital a la identificación de oportunidades de inversión. De igual forma, se intentará retornar el capital obtenido en los Exits tan pronto como pueda a los Partícipes, minimizando el tiempo con dinero “dormido” en el fondo y así su coste de oportunidad.

Con todo este conocimiento podemos ya concretar mejor su funcionamiento: Los Partícipes van a formalizar sus compromisos durante el periodo de suscripción (1-2 años) del fondo, durante el cual se comercializa el fondo. Durante el periodo de inversión (3-6 años, en función de estrategia) el Gestor va a ir solicitando el desembolso de los compromisos para invertir el dinero en distintas startups. Normalmente importes pequeños en muchas (20-40) al principio (20-45% del fondo) e importes mayores en las 5-10 que mejor van al final del periodo de inversión. Finalmente, durante el periodo de desinversión (5-7 años siguientes al periodo de inversión), el Gestor va a intentar vender las participaciones adquiridas con las fuertes plusvalías mencionadas y trasladárselas a los Partícipes mediante el reembolso de las unidades del fondo. Así de fácil. Pero más vale una imagen (o diagrama) que mil palabras:

La nueva era del Venture Capital europeo

La flechas han sido elaboradas a escala de los flujos de dinero, a ojo de buen cubero. En cuanto a comisiones, los fondos de Venture Capital suelen cobrar una comisión de gestión anual sobre el importe comprometido durante el periodo de inversión (1,5-2,5% al año) y sobre el importe efectivamente invertido y aún gestionado (léase no desinvertido) durante el periodo de desinversión (0,5%-1,5%). Además, los Gestores cobran una comisión de éxito (10-30%, llamada “Carry”) sobre las plusvalías que excedan un umbral de rentabilidad (TIR) mínima para los Partícipes (6-10% anual, o “Hurdle”).

Recuerda, hay muchas variaciones sobre este modelo. Estos fondos aspiran a conseguir rentabilidades anuales netas superiores 15-20% al año (a 7-10 años vista, y recuerda también la rabiosa iliquidez) para sus Partícipes. Y en buena medida se ha conseguido a nivel global en la última década, posiblemente la segunda mínimamente relevante en la historia del Venture Capital en Europa. Además, estas inversiones suelen aportar descorrelación a una cartera de inversiones típica. Y desde luego fomentan la innovación empresarial, el emprendimiento tecnológico, la creación de valor y un impacto positivo en la Sociedad… es una gran noticia que cada vez un mayor número de inversores integren estas estrategias en sus carteras por muchos motivos. Pero como siempre, hay que entender en que se invierte. No es oro todo lo que brilla, y hay que evaluar cualquier compromiso en cualquier activo, fondo o gestor con inteligencia y precaución.

Fuente en medios: Revista Gestores edición 8, página 31-32

Por Gonzalo Tradacete Gallart

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