La inversión en startups tecnológicas, antes reservada a unos pocos “Business Angels” e inversores especialistas, va ganando protagonismo en las carteras de un cada vez más amplio número y tipo de inversores, de individuos a corporaciones e inversores institucionales. La mayor parte de esta inversión se canaliza a través de fondos de Venture Capital que, por sus características, son gestionados por profesionales experimentados y supervisados por entidades reguladoras como la CNMV en nuestro país. Para arrojar luz sobre estos vehículos, nuevos para muchos inversores, y capaces de aportar mayor rentabilidad esperada y descorrelación con muchos activos, quería escribir un breve artículo sintetizando su funcionamiento.
Comenzaremos con una práctica y casi obvia definición: son vehículos de inversión en la que uno o varios inversores (“Partícipes” o “Limited Partners”) comprometen parte de sus ahorros para que gestores profesionales especializados (“Gestores” o “General Partners”) los inviertan en empresas innovadoras/tecnológicas no cotizadas, con el objetivo de obtener una rentabilidad a medio/largo plazo acorde con su estrategia. De esta definición se desprenden ya algunas de sus principales características:
Con todo este conocimiento podemos ya concretar mejor su funcionamiento: Los Partícipes van a formalizar sus compromisos durante el periodo de suscripción (1-2 años) del fondo, durante el cual se comercializa el fondo. Durante el periodo de inversión (3-6 años, en función de estrategia) el Gestor va a ir solicitando el desembolso de los compromisos para invertir el dinero en distintas startups. Normalmente importes pequeños en muchas (20-40) al principio (20-45% del fondo) e importes mayores en las 5-10 que mejor van al final del periodo de inversión. Finalmente, durante el periodo de desinversión (5-7 años siguientes al periodo de inversión), el Gestor va a intentar vender las participaciones adquiridas con las fuertes plusvalías mencionadas y trasladárselas a los Partícipes mediante el reembolso de las unidades del fondo. Así de fácil. Pero más vale una imagen (o diagrama) que mil palabras:
La flechas han sido elaboradas a escala de los flujos de dinero, a ojo de buen cubero. En cuanto a comisiones, los fondos de Venture Capital suelen cobrar una comisión de gestión anual sobre el importe comprometido durante el periodo de inversión (1,5-2,5% al año) y sobre el importe efectivamente invertido y aún gestionado (léase no desinvertido) durante el periodo de desinversión (0,5%-1,5%). Además, los Gestores cobran una comisión de éxito (10-30%, llamada “Carry”) sobre las plusvalías que excedan un umbral de rentabilidad (TIR) mínima para los Partícipes (6-10% anual, o “Hurdle”).
Recuerda, hay muchas variaciones sobre este modelo. Estos fondos aspiran a conseguir rentabilidades anuales netas superiores 15-20% al año (a 7-10 años vista, y recuerda también la rabiosa iliquidez) para sus Partícipes. Y en buena medida se ha conseguido a nivel global en la última década, posiblemente la segunda mínimamente relevante en la historia del Venture Capital en Europa. Además, estas inversiones suelen aportar descorrelación a una cartera de inversiones típica. Y desde luego fomentan la innovación empresarial, el emprendimiento tecnológico, la creación de valor y un impacto positivo en la Sociedad… es una gran noticia que cada vez un mayor número de inversores integren estas estrategias en sus carteras por muchos motivos. Pero como siempre, hay que entender en que se invierte. No es oro todo lo que brilla, y hay que evaluar cualquier compromiso en cualquier activo, fondo o gestor con inteligencia y precaución.
Fuente en medios: Revista Gestores edición 8, página 31-32
Por Gonzalo Tradacete Gallart