Por Carlos Hernanz / El Confidencial

Era cuestión de tiempo. Tras varios años consecutivos incumpliendo sus obligaciones financieras con los acreedores pese a las refinanciaciones concedidas, la cadena de perfumería y cosmética Bodybell ha pasado a manos de los acreedores. Sus accionistas de referencia, los fondos N+1/Mercapital y Dinamia (30%), han visto cómo un mermado grupo de bancos y el fondo de capital riesgo HIG han acordado capitalizar la deuda de 150 millones de euros para reestructurar de una vez por todas el pasivo de la compañía y por el camino hacerse con su control.

Igual que los fondos accionistas originales tiraron la toalla hace tiempo, algunos bancos optaron por concluir su aventura crediticia en Bodybell vendiendo sus préstamos con un gran descuento al mejor postor. En esa tesitura, la firma HIG -a través de su vehículo especializado en deuda- ha desembolsado hasta 20 millones de euros en el mercado secundario para convertirse en el primer acreedor de la compañía, posición de fuerza desde la cual ha impulsado el proceso de capitalización que le permitirá entrar en el accionariado como nuevo máximo accionista.

Este plan exprés lleva cuatro meses en marcha, después de que a finales de 2014 el primer ejecutivo de Bodybell, Fernando de Vicente, acordara con accionistas y acreedores ceder el testigo tras cinco años al frente del retailer de droguería sin conseguir enderezar su rumbo. Ahora, aunque continúa vinculado como presidente no ejecutivo, los poderes han pasado a manos del nuevo director general (no consejero), Joaquín Bueno, con experiencia en otras firmas de sector como Douglas o Sephora (LVMH), donde ha sido director general y financiero.

Una vez que los fondos de capital riesgo asumieron el inicio de una nueva etapa ejecutiva, su tiempo como inversores de Bodybell estaba ya en el fase de descuento. Valorada a cero por los propios accionistas desde hace años y tras varios ejercicios acumulando pérdidas, las alarmas saltaron al cierre de 2014, cuando el progresivo deterioro de los márgenes comerciales (para defender cuota de mercado) hizo que el año acabara con sólo 5 millones de euros de negocio operativo pese a facturar más de 200.

Con más de 300 puntos de venta, Bodybell "no ha sido capaz de compensar esta presión de margen con la incorporación de las nuevas tiendas de Gala (adquirida en 2013)…", explicaba la propia Dinamia en su informe de participadas de 2014. Sin embargo, el fondo de capital riesgo cotizado señalaba que "la compañía sigue siendo un valor sólido y uno de los actores principales del mercado en el proceso de consolidación del mismo". Un contexto competitivo favorable al que además, según su accionista, debería sumarse la recuperación del consumo. A partir de ese punto clave los números del retailer deberían mejorar, pero los bancos se cansaron de esperar a ese momento.

La salida y entrada de accionistas permite a Bodybell apurar otro cartucho para sortear las secuelas de la crisis. Nada hacía presagiar que atravesaría por las actuales vicisitudes cuando Dinamia y N+1 adquirieron la compañía en 2005 por cerca de 65 millones de euros, primer paso para la que luego sería gran operación del sector con la compra de su competidor Juteco por otros 90 millones. Era primavera de 2007. Poco después, el progresivo deterioro de las ventas convirtió la bola de deuda en una carga inasumble. Ni las refinanciaciones, ni los nuevos socios (Mercapital), ni las fusiones mantuvieron a flote la inversión. Ahora, el reto es para Jaime Bergel (HIG).

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