Muchas personas mayores se sienten muy solas y tienen cierto grado de dependencia, por lo que necesitan una persona que les dé compañía y atención. En concreto, en España aproximadamente el 40% de los mayores de 65 años presenta soledad emocional. Existe además un problema real para las familias de estas personas mayores: les cuesta encontrar cuidadores profesionales y de confianza que puedan atenderles. Me atrevería a decir que todos lo hemos vivido de cerca. Y no es fácil, unas veces por el carácter complicado de las personas mayores, otras por falta de cuidadoras profesionales que quieran trabajar con personas mayores.

Por otra parte, el sistema sanitario actual se enfrenta al enorme desafío de su sostenibilidad. El gasto en sanidad es superior a €75.000 millones anuales en España, un 15% del gasto público total y un 6,2% del PIB. Además de este dato, muchas hospitalizaciones serían evitables con un buen cuidado y seguimiento (no olvidarse de tomar las pastillas, medirse regularmente la temperatura, identificar pronto una subida/bajada de tensión…). Las hospitalizaciones además pueden provocar problemas en los pacientes como pérdida cognitiva, desorientación, infecciones nosocomiales y deterioro físico.

Otra realidad es que hay poca oferta de servicios de cuidados de calidad para personas mayores, y mucha rotación. ¿Por qué ocurre esto? Porque además de ser un trabajo duro, no está bien reconocido ni recompensado. Las cuidadoras no se sienten reconocidas ni remuneradas justamente. Y no es una percepción suya, ya que existe mucha economía sumergida en este sector donde las condiciones de trabajo no son buenas y los sueldos no llegan al SMI. De hecho, según Comisiones Obreras (CCOO), más del 40% es no regulado.

¿Y cómo resolvemos todos estos problemas? Oriol Fuertes cree que ha dado con la tecla. Por ello dejó McKinsey para montar Qida. ¡Y nosotros hemos decidido invertir para apoyarle!

¿Qué diferencia a Qida?

A día de hoy existen bastantes marketplaces de cuidadoras, pero hasta que se fundó Qida no había una entidad de base tecnológica de atención domiciliaria humana y experta.

Qida huye del modelo plataforma y se enfoca en la atención domiciliaria de calidad. Para ello apuesta por reconocer a estas cuidadoras, defendiendo mejores condiciones económicas (de hecho, por encima del SMI).

Para que el cuidado de las personas mayores sea excelente, se realiza un Plan de Trabajo Individual con cada paciente, en el que se define un objetivo, se concretan las tareas a realizar (por ejemplo: medir la saturación del oxígeno) y el cuándo y cómo se hacen. Y no solo eso, sino que se lleva a cabo un Plan de seguimiento que realiza una referente social (trabajadora social, terapeuta ocupacional, psicóloga o enfermera) empleada de Qida, que consiste en llamadas y visitas al paciente y sus familiares para asegurarse que el servicio se da con la máxima calidad y garantía

A nivel inversor, nos surgían no obstante dudas de la escalabilidad del proyecto, porque el hecho de hacer ese seguimiento continuado para asegurarte la calidad del servicio requiere de muchos referentes sociales contratados por Qida (y cada vez más), y supone un coste elevado. No obstante, esta calidad es la verdadera diferenciación, no sólo a nivel impacto sino a nivel negocio. Lo veíamos nosotros, pero lo han visto muchos potenciales clientes. Por ello Qida no sólo tiene clientes B2C, sino que está consiguiendo cerrar acuerdos B2B con grandes players y ganado licitaciones públicas relevantes. La prueba del algodón han sido el ratio de rotación y la tasa de abandono (churn) de Qida, ambas métricas situándose bastante por debajo de mercado.

¿Y el problema es grande? Pues sí: España es el tercer país más envejecido de Europa, después de Italia y Grecia. Sin embargo, de acuerdo con Naciones Unidas se estima que en 2050 pasará a ser el número uno del ránking. Actualmente, de acuerdo con el INE, en España hay más de 2,4 millones de españoles mayores de 80 años, y en 2030 superará los 4 millones. Así que sí, parece que el problema a solucionar, y por tanto el mercado, es grande. De hecho, de momento, el foco de Qida es España. A partir del año que viene empezarán a internacionalizar, pero primero quieren probar que en España el modelo funciona y es rentable.

El equipo del proyecto, esencial

Este proyecto tiene, como no podía ser de otra forma, un fundador y CEO que no es fácil de roer. Oriol es de las personas más eficientes que conozco. No tardará más de una hora en contestarte un email, tiene claro lo que quiere y lo que no, y nunca se va por las ramas. Tampoco a la hora de negociar un pacto de socios .

Tiene además mucha experiencia en el sector, que en este caso era clave: Trabajó 9 años en McKinsey, en proyectos en sanidad; ha asesorado a gobiernos en su estrategia de pacientes crónicos y también en medtech y ha sido también asesor en healthcare de la Generalitat de Cataluña. Además de su aptitud profesional y su expertise, tiene claro que quiere generar impacto social directo, y es igualmente ambicioso tanto a nivel financiero como en el impacto social que quiere conseguir.

Estamos ante un modelo de atención y seguimiento humano, centrado en el paciente y apoyado en la tecnología. Qida está impulsando un cambio de paradigma en la atención y seguimiento de pacientes crónicos complejos, y nosotros queremos desde el Fondo Bolsa Social estar ahí para ayudarle.

Por María Echávarrri, Directora de Inversiones en Fondo Bolsa Social

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