Por Enric Tintoré / La Vanguardia

Las alternativas a la financiación bancaria tradicional son claves para el crecimiento de las empresas y, por tanto, de la economía. Este es un reto especialmente importante para España, ya que tiene un elevado grado de bancarización, en línea con las directrices que estudia la Unión Europea.

Esta es una de las conclusiones de los Encuentros en La Vanguardia en los que se ha debatido sobre el futuro de la financiación en las empresas. En el debate han participado Eva Abans, socia responsable de EY en Catalunya; Ignacio Gross, analista de inversiones en JP Morgan; Joan Jiménez, director de reestructuración de crédito corporativo y participadas de Banco Sabadell; Barbara Lunghi, responsable de Élite en Europa; Emilio Recoder, director de Stifel y Josep Ramon Sanromà, consejero delegado del Institut Català de Finances, convocados por Pere Guardiola, director general comercial de Grupo Godó. En la sesión también participaron Mikel Ortega, socio experto en reestructuraciones de EY y Juan Carlos Gabilondo, sénior advisor de la firma de servicios profesionales en cuestiones de financiación y deuda.

Las empresas disponen hoy en día de un amplio abanico de herramientas para inversión, como son los fondos de pensiones, que invierten en empresas a través de fondos de capital riesgo o representados por firmas de inversión; los fondos soberanos, que son el vehículo que emplean diversos estados para invertir en el sector privado; los fondos de capital riesgo, que conceden fondos a las empresas a cambio de una participación en el capital; los Family Office, que son los vehículos de inversores familiares, y los mercados de capitales propiamente dichos, que incluyen la bolsa y emisiones de bonos. En el ámbito de la financiación, las empresas disponen también– aparte del crédito bancario tradicional– de los conocidos como microcréditos, que son préstamos de pequeño importe para financiar proyectos emprendedores o iniciativas de impacto social que conceden diversas instituciones públicas y privadas; el crowdfunding, que son plataformas que aglutinan a pequeños inversores; los fondos centrados en la adquisición de deuda privada y pública; los fondos especializados, que conceden financiación ad hoc con garantías específicas, así como los diversos organismos públicos que ofrecen ayudas y préstamos.

“La financiación bancaria tradicional puede convivir perfectamente con fórmulas alternativas –dice Eva Abans–. Dependiendo del tipo de negocio que requiera la financiación –pyme, empresa consolidada, startup– y del momento en el que se encuentre –arranque, consolidación, internacionalización…– será más adecuada una u otra. Las empresas deben definir sus necesidades y escoger, pero la figura del asesor es clave, ya que habla tanto el lenguaje de las entidades financieras y de los inversores como el de las compañías”

Joan Jiménez coincide en que la situación y el tamaño de las empresas es lo que determina los canales de financiación más adecuados, ya sea que se encuentren en crecimiento, que se planteen la adquisición de nuevas compañías, que estén en reestructuración o en proceso concursal. “Existen –dice– fórmulas alternativas de financiación para cada caso”.

Josep Ramon Sanromà afirma que las grandes empresas, las que facturan más de cien millones de euros,no tienen ningún problema para utilizar las fórmulas de financiación alternativa que más les puedan interesar. Ignacio Gross coincide en que las empresas grandes no han tenido problemas para ampliar su estructura de capital. “Se han creado –dice– fondos de deuda que sustituyen a la banca tradicional y que ayudan a las empresas a mejorar su estructura de capital”. Reconoce que en los últimos tiempos la banca está más activa que antes, pero los fondos de deuda para grandes empresas se han constituido en una verdadera alternativa. “Es cierto que quieren rentabilidades altas –añade–, pero muchas veces el empresario no sólo busca pagar menos sino otro tipo de ventajas, como plazos y condiciones de amortización, entre otras”.

El freno al impulso de las nuevas alternativas de financiación está en la resistencia de las pequeñas y medianas empresas a innovar en el ámbito financiero, según coinciden en señalar la mayoría de los participantes.“En España más del 50% del producto interior bruto procede de empresas que facturan menos de diez millones de euros anuales –dice Josep Ramón Sanromà– y por debajo de esta cifra las empresas españolas sólo utilizan la financiación bancaria tradicional. Empiezan a surgir fondos que ofrecen nuevos instrumentos a este amplio colectivo empresarial, pero entre los pequeños y medianos empresarios hay cierta aversión a salir de los canales bancarios establecidos. El futuro es que los fondos bajen hasta la pymes y las micro empresas”.

Pero el futuro también pasa, como dice Joan Jiménez, por una mayor cultura financiera de los pequeños y medianos empresarios. “El problema –añade Josep Ramon Sanromà– es que la estructura financiera de estas pymes españolas es muy compleja, ya que adolecen de escasos recursos propios –del orden del 20% del capital – y de una elevada deuda bancaria,con un promedio del 80%. En Alemania la financiación bancaria de las pymes no llega al 65% y en Estados Unidos está por debajo del 20%”.

A juicio de Juan Carlos Gabilondo, “si no se estimula la financiación e inversión en las pymes, España perderá muchas oportunidades para consolidar su crecimiento y también su progreso. Todo lo que sea incentivar una mayor dimensión empresarial es fundamental para un país como el nuestro, con tanto predominio de las pymes, que representan más del 80% del tejido productivo frente al 60% en el resto de Europa”.

Bárbara Lunghi señala que las políticas fiscales son determinantes para que el ahorro de los inversores pueda llegar a las empresas de pequeña y mediana dimensión. “Los gobiernos de cada país pueden y deben implementar políticas específicas en este terreno. Gran Bretaña –añade– lo está haciendo muy bien en este sentido y ha logrado que más de tres mil pequeñas y medianas empresas hayan empezado a cotizar en el mercado alternativo bursátil en los últimos veinte años. En cambio, en España, hay muy poco apoyo fiscal a los inversores que asumenriegos en pymes”.

Mikel Ortega coincide en que el marco regulatorio resta cierto atractivo a las opciones de financiación alternativas. “Los incentivos fiscales para los inversores –dice– son posiblemente mejorables. No obstante, se están dando pasos en este sentido: el pasado mes de abril se aprobó el proyecto de ley de Fomento de la Financiación Empresarial , que regula nuevas formas de acceso a la financiación y recoge novedades como por ejemplo la obligación de la banca, que tendrá que avisar a las pymes con al menos tres meses de antelación si se va a producir un posible recorte en su financiación de un 35% o más. Además, con el objetivo de que estas empresas puedan encontrar vías alternativas de liquidez, podrán obtener de la entidad crediticia, gratuitamente y en un plazo de diez días, información sobre su posición. financiera, historial de pagos, extracto y calificación crediticia”.

Joan Jiménez reconoce que en España hay un exceso de bancarización, entre el 70 y 80 por ciento frente a EstadosUnidos, que está entre el 35% y el 40%. “Dadas las enormes posibilidades que existen de financiación alternativa a la bancaria lo más probable es que ese porcentaje se reduzca. La banca deberá centrarse en dar mayor servicio para compensar el descenso de su negocio tradicional”, añade.

Emilio Recoder explica que el crédito de la banca a las empresas se ha reducido un 25% en los últimos cuatro años y que eso no ha sido debido a una decisión unilateral de la banca sino a la entrada en juego de nuevos actores en el mercado. Añade que los bancos, una vez superada la crisis,empiezan a ser muy activos hacia las empresas sanas pero que las demás aún sufren problemas de financiación. “Ahí –dice– es donde entran fórmulas de financiación alternativas como los fondos de deuda o los fondos distress, que permiten una mayor asunción de riesgos y son más atractivas para las empresas que tienen cerrada la financiación bancaria. Y también hay fondos que financian no sólo deuda sino también crecimiento”.

Pese a todo, al igual que los demás participantes, señala que se requiere potenciar la financiación alternativa, ya que los empresarios son reaciosa entrar en ella.

En Europa,el balance de la banca es tres veces el producto interior bruto mientras que en Estados Unidos es sólo una. Este excesivo peso de la banca dificulta la buena marcha de la economía productiva, por lo que se hace necesaria una mayor diversificación, que puede provenir, por ejemplo,de los fondos especializados en financiación.

“La Unión Europea –señala Eva Abans– defiende una mayor convivencia entre la financiación bancaria y la alternativa, para acercar Europa hacia el modelo estadounidense. Actualmente la Comisión de Servicios Financieros de la UEestudia el planteamiento de que cuando un banco rechace la solicitud de crédito de una pyme o startup deba informarle o incluso asesorarle acerca de vías alternativas de financiación con las que alcanzar sus objetivos empresariales.

Fuente: La Vanguardia

http://www.lavanguardia.es
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