La crisis ha demostrado la importancia de diversificar las fuentes de financiación porque, en momentos de alta tensión, muchos bancos han cerrado el grifo del crédito. Esta situación dio pie a la creación en España de varios fondos de deuda, lo que en la jerga de se conoce como Direct Lending. N+1, presidido por Santiago Eguidazu, es uno de los actores de este mercado y también uno de los primeros que ha logrado cerrar ya operaciones.

El banco lanzó el fondo AlterAlia en 2014 y, desde entonces, ha estado levantado dinero y visitando a más de un centenar de compañías. Su capital se sitúa en 100 millones, pero tienen un objetivo de hacer un segundo cierre en 150 millones el mes que viene.

Por ahora, han otorgado cuatro créditos a cuatro pymes españolas por un importe de 45 millones de euros, pertenecientes al sector farmacéutico, eléctrico, packaging y de salud. “Al principio, las empresas tienen cierto miedo escénico porque no saben diferenciar entre fondos buitre y el direct lending. No obstante, nosotros tenemos la ventaja de ser un fondo local y de contar con el respaldo del ICO”, señala Luis Felipe Castellanos, director del fondo de N+1.

Respaldo del ICO

El Gobierno abrió una convocatoria para el 11 de julio de 2014 para participar en estos fondos de deuda a través de la iniciativa FOND-ICO Global, con la que se pretende ofrecer alternativas de financiación a las pymes. Al proyecto de N+1 aportó 23 millones.

Este tipo de financiación se enmarca dentro de los que se conoce como Shadow Banking. Y es que no están sujetos a la misma regulación que las entidades tradicionales, lo que ha despertado ciertos recelos en el sector. Pero, tal y como apunta Castellanos, “no pretendemos competir con la banca tradicional”. “Se trata de un tipo de financiación más oportunista, ágil y enfocada a proyectos concretos”, añade.

El direct lending busca su hueco en estructuras que los bancos no pueden igualar, tales como el mayor plazo de amortización, más apalancamiento, condiciones más flexibles, menor plazo de ejecución y con una mayor rapidez en las aprobaciones. “La última operación la comenzamos el 9 de diciembre y la cerramos el 15 de enero, lo que demuestra que somos muy rápidos en la ejecución”, reconoce Castellanos.

El fondo de N+1 presta a un plazo máximo de 7 años, adaptando la estructura de repago a la medida de cada compañía. Pero esta adaptación también tiene un precio, puesto que se cargan tipos cercanos al 8%. “La cantidad destinada a cada empresa está entre los 5 millones y los 20 millones”, señala el ejecutivo. Exigen que un mínimo volumen de ventas de 15 millones y que reciba gran parte de estos ingresos del exterior para poder participar, aunque no ponen un techo. De hecho, uno de los cuatro préstamos se ha cerrado con el grupo Arteche, una empresa del sector energético, que tiene una facturación cercana a los 300 millones.

El plazo de inversión que tiene el fondo es de tres años, aunque según indica Castellanos el objetivo es invertir más rápido. “Creemos que podremos hacer un total de entre 12 y 14 créditos”, explica. Descartan cualquier operación dentro del sector inmobiliario o el financiero.

Más iniciativas

Junto a la iniciativa de N+1, otras firmas españolas lanzaron proyectos similares. Según sus cálculos, actualmente operan en España tres fondos locales que juntos suman 220 millones. Por eso hay mucho recorrido todavía, puesto que, por ejemplo, el importe en Reino Unido supera los 50.000 millones.

Por D. Badía / Expansión

Fuente: Expansión

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