Por Conchi Lafraya / La Vanguradia

Santander, BBVA, Caixabank, Bankia, Sabadell y Popular incluirán en un vehículo nuevo, un fondo de capital riesgo, a cuatro empresas muy apalancadas y en situación critica a partir de septiembre. Son el fabricante de válvulas industriales, Válvulas Arco (97 millones de deuda); el fabricante y comercializador de tubos soldados, Condesa (325 millones), el comercializador de productos de acero, Ros Casares (227 millones) y la empresa de alquiler de maquinaria, GAM (279 millones).

Entre las cuatro compañías suman casi 1.000 millones de endeudamiento, de los que buena parte las entidades financieras sacarán fuera de sus balances. De esa deuda, una parte se mantendrá como tal porque se calificará como sostenible (puede ser repagable en función del beneficio bruto de explotación que la compañía genere en el futuro) y otra se transformará en capital, al asumir los bancos una quita.

Estas cuatro compañías son las primeras que formarán parte del conocido como banco malo empresarial. Después, se irán incorporando otras firmas, con fuerte peso de deuda en sus balances, al que no pueden hacer frente. Es una solución intermedia tanto para la banca, que soporta un pasivo de difícil cobro con la actual situación de falta de solvencia; como para dar viabilidad y liquidez a las empresas con el objetivo de que no acaben en concurso de acreedores, aunque la valenciana Ros Casares se vio abocada a presentarlo el 24 de julio.

La gran banca lleva meses trabajando en el proyecto, denominado Fénix, pero ha aprovechado el verano para cerrar su diseño. A finales de julio, tres de esas entidades (Bankia, BBVA y Caixabank) junto a dos asesores (N+1 y Mckinsey) presentaron la operación y el calendario a la CNMV. También se ha perfilado el reglamento de gestión del vehículo que se va a constituir, el fondo de capital riesgo, y el contrato de la gestora. El proyecto cuenta con el visto bueno del Ministerio de Economía.

Las entidades financieras ya han determinado, también, los criterios de la deuda sostenible o recuperable, la dada por perdida, el valor del capital y el reparto de dinero nuevo. Además, las reuniones con las compañías para su incorporación al fondo están muy avanzadas. Ya se ha redactado el reglamento de gestión del fondo y la documentación de la gestora para que la CNMV empiece a autorizar los expedientes.

Uno de los temas más delicados ha sido definir las reglas de cálculo y conversión de la deuda. "La incorporación de las empresas empezará a producirse a partir de septiembre u octubre", señalan fuentes bancarias. Otro de los temas en los que se ha avanzado es en el modelo de gobierno y la estructura organizativa, es decir, en el procedimiento operativo y toma de decisiones, tanto en el fondo, como en la gestora. En este sentido, cada banco ha realizado sus aportaciones para llegar a un consenso. También queda por redactar la retribución fija por la gestión y otra variable para las desinversiones, ambas pendientes de negociar.

En los cuatro casos se han paralizado los procesos de refinanciación porque se ha acordado la entrada en el fondo. En Válvulas Arco se ha fijado que la deuda sostenible o repagable será del 60%. Es decir, de los 97, se calcula que 58,2 millones podrán ser devueltos en función de los resultados futuros. En Condesa la deuda sostenible será del 50% (162,5 millones), aunque se le concedió una línea urgente de liquidez de 10 millones para cubrir facturas del verano. En GAM también se ha fijado que la deuda sostenible será del 50% (139,5 millones) y se ha bloqueado la propuesta de quita planteada por Hayfin Capital Management, fondo especializado en la compra de firmas con problemas de solvencia. En Ros Casares la banca ha decidido que sólo capitalizará en la división de planos para evitar futuros ajustes en factorías y plantillas y así reducir la necesidad de dinero nuevo. Como la compañía está en concurso de acreedores, el acuerdo de instrumentación puede ser más largo. La deuda sostenible fijada en este último caso es del 10% (22,7 millones).

En los cuatro casos se prevén cambios en los consejos de administración, ya que la banca renuncia a parte de la deuda (quita, en el argot financiero) a cambio de convertirse en accionista. El objetivo de la banca es que en un futuro a medio y largo plazo esos paquetes se puedan vender. Para ello, habrá que diseñar nuevas estrategias empresariales. Los motivos: que no se reproduzcan más culebrones como el de Pescanova, cuya disolución hubiera hecho perder miles de puestos de trabajo y la banca no hubiera recuperado sus préstamos.

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