Ha sobrevivido seis años en concurso de acreedores y podría estar a punto de salvarse. La administración concursal de Cremalleras Rubí ha recibido dos ofertas por la unidad productiva de la compañía fabricante de cremalleras, botones y corchetes. La primera, de IRG Capital, ofrece 6,5 millones de euros y asumir 102 trabajadores. La segunda oferta la ha formulado Dinapal, por 3,2 millones, que también se comprometería a quedarse con un centenar de empleados. El balón está ahora en el tejado de la administración concursal, que deberá decantarse por una de las dos ofertas aunque, salvo imprevistos, todo apunta a que la de mayor valor se adjudique la empresa.

Cremalleras Rubí es una de las empresas más antiguas del sector textil. Se fundó en 1926 y tiene su sede y su única planta de producción en este municipio del Vallès Occidental. La empresa estaba en manos de varios de sus trabajadores que, en 2009, al no poder devolver una deuda de 7,5 millones, llevaron la empresa al concurso de acreedores.

Ayer, Xavier López, socio de IRG Capital, explicó que la oferta presentada por su grupo incluye “un acuerdo con las entidades financieras acreedoras que les permitirá recuperar su deuda”. La mayor parte del pasivo –alrededor de un 80%– corresponde a entidades financieras. Entre las principales figuran Sabadell, Catalunya Banc y BBVA.

IRG Capital es propiedad de tres socios: Xavier López, Josep Maria Puig y José Martín, y está especializada en la adquisición y gestión de empresas en situaciones especiales. El grupo invierte sólo en aquellos sectores en los que al menos uno de sus tres socios tienen experiencia: automoción, logística, moda y sectores industriales. La firma tiene en su cartera de participadas a Supply Nexus, Hansen&Cawley, Mcs-Its, Saldillo y Ofertop Coslada.

Según Xavier López, el grupo ha valorado que Cremalleras Rubí tiene una cartera de clientes diversificada y con un elevado componente de compradores extranjeros. Consideran que dispone de una buena musculatura para aguantar crisis y situaciones concursales como la que ha vivido y que, además de productos básicos, fabrica piezas de gran valor añadido.

El año pasado, Cremalleras Rubí facturó 10 millones de euros y registró un ebitda de 500.000 euros. “La empresa funciona muy bien –aseguró López–, su problema era la deuda”.

Por Marisa Anglés / Expansión

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