A casi nadie se le ocurre, cuando quiere montar un negocio, crear una compañía eléctrica. Pero es lo que hicieron Carlota Pi, Oriol Vila y Ferran Nogué en noviembre del 2010. Habían sido compañeros de clase en el Executive MBA del Iese, y decidieron montar una empresa al comprobar, por experiencia propia, lo difícil que era entender un recibo de la luz y solucionar una factura errónea. Carlota ya trabajaba en el sector eléctrico, Ferran en infraestructuras y energía, y Oriol era consultor vinculado también a las renovables. Entre los tres invirtieron 300.000 euros, y otros tantos de Enisa. Cinco años después, Holaluz es una de la veintena de comercializadoras eléctricas que operan en España. La compañía emplea a 67 personas (28 años de media, el 98% titulados universitarios) y cerrará el 2015 con más de 55.000 clientes y una facturación de 67,8 millones de euros (el doble que en el 2014).

“Hasta ahora hemos crecido al ritmo que nos podíamos financiar, sin apenas hacer ruido. Pero ya estamos listos para darnos a conocer”, explica Carlota Pi. La compañía prepara la que será su primera ronda de inversión, tras algún intento anterior fallido. Mantienen negociaciones en varios frentes, todos a nivel internacional, con la idea de captar 10 millones de euros en el primer trimestre del 2016. Como opción, tampoco descartan estudiar cotizar en el MAB.

“Estamos a 5.000 clientes de tener ebitda (beneficio operativo) positivo, y ganamos unos 1.000 clientes cada mes”, explica Pi. Holaluz tiene actualmente unos 45.600 clientes particulares y unas 5.000 pymes, si bien el negocio se reparte a partes iguales. El grueso del negocio –el 70%– lo tienen en Barcelona y Madrid.

El negocio de la electricidad tiene tres pasos: la generación (grandes compañías o independientes); el transporte (monopolio de REE) y la distribución (cada compañía controla determinadas poblaciones); y las comercializadoras que, como los operadores móviles virtuales, compran la luz en las subastas oficiales (el pool eléctrico) y la facturan al cliente final. “El precio se fija para todos igual, y eso permite que los pequeños podamos competir”.

Su enfoque diferencial está en que el 100% que venden garantiza que procede de renovable, y en la transparencia de su relación con el cliente. Ahora quieren crecer con nuevas tarifas, “pero no nos quedaremos aquí: el mundo de la energía cambiará en pocos años, habrá una revolución solar, con la evolución de las baterías... Ayudaremos a nuestros clientes a participar en ella, con nuevas soluciones energéticas que vendrán”.

Por Mar Galtés / La Vanguardia

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