Algunos lectores me preguntan si la crisis durará tanto como la del 2008.

El mayor reto al que se enfrenta la economía española consiste en sostener el tejido empresarial, ya que el cierre de la oferta y el hundimiento de la demanda están provocando la asfixia de muchas empresas, obligándolas a despedir a todos sus trabajadores y echar el cierre.

El 60% de las empresas han sufrido durante el confinamiento una pérdida de ingresos mayor del 75% y las ayudas del Gobierno a las empresas han sido muy inferiores a las aprobadas por otros países Europa.

La propia Eurozona se ha quedado corta, con un estímulo fiscal del 2% del PIB en comparación con el 9% en EEUU, que en 50 días ha creado cuatro veces más estímulos fiscales de los que créo en toda crisis 2008.

La consecuencia es que en apenas dos meses (marzo y abril), se ha destruido más el tejido productivo que lo construido en veinte años. Es España entramos en la crisis con 1.233.777 pymes con asalariados, ya ha cerrado el 11%, como muestra este gráfico.

Esta destrucción no ha hecho más que empezar, porque no estamos al final, sino al final del principio de la crisis del Covid-19.

El sector servicios, que representa el 68% de nuestro PIB, implosiona y no sabemos cuándo se podrá recuperar. Es un sector que no tiene inventarios, por lo que no puede esperar a vender los productos y recuperar los ingresos pérdidos cuando salgamos del confinamiento.

Sus ingresos no se han retrasado, se han vaporizado. Sin embargo, los gastos fijos continúan, dejando un boquete en los balances de estas empresas. No hay una segunda oportunidad para vender una noche de hotel, una plaza de avión, una comida en restaurante, un corte de pelo o una carrera en un taxi.

España se enfrenta a esta crisis 2020 con un tejido empresarial dominado por empresas muy frágiles. El 99,98% de nuestras empresas son PYMEs y crean el 74% del empleo del país. Es fundamentar que nuestro Gobierno las cuide porque, como muestra el gráfico adjunto, sus beneficios medios apenas llegan al 3% de las ventas.

No solo está el vacío que ha dejado la hibernación en los balances. Durante el desconfinamiento las empresas van a tener que realizar un trabajo extra que meterá a muchas en pérdidas, pues tienen beneficios super ajustados.

Las habitaciones de los hoteles se tendrán que ventilar durante horas, cada mesa en restaurantes estará separada dos metros o tendrá mamparas; también cines, teatros y vuelos tendrán medidas de distanciamiento. Todo eso exige gastos extras.

En el nuevo escenarios post confinamiento, las empresas de servicios tendrán que reformular sus modelos de negocio para ser eficientes y alcanzar beneficios. Han de cambiar unos procesos que han tardado años en diseñar y optimizar: los restaurantes ganan dinero porque tienen un número de mesas, un número de clientes, etc. Algunas lo conseguirán, pero muchas no.

Las que lo consigan tardarán tiempo en reajustar sus operaciones. Tienen poco sentido las palabras de la ministra Ribera cuando dijo esta semana en televisión: "quien no se sienta cómodo, que no abra". No es cuestión de comodidad, los empresarios piensan en clave de supervivencia.

Dado que no es rentable abrir, un elevado número de empresas optarán por seguir cerradas y muchas de ellas nunca levantarán la persiana. Sus empleados quedarán en paro con una capacidad de consumo silenciada.

Junto a la ruptura de la cadena de pagos que provoca tanto cierre de empresas, se está instalando en España una cultura de impago, alimentada por decretos del Gobierno que autorizan a inquilinos a exigir a sus arrendadores el retraso en el pago del alquiler.

Como es confuso saber quiénes tienen derecho por decreto y quiénes no, los inquilinos se aprovechan y aquellos propietarios que quieran reclamar se encontrarán ante un atasco judicial sin precedentes.

El impago sistemático de servicios, hipotecas y alquileres, provocará más quiebras y eso, a su vez, provocará más impagos.

Hay otro nuevo Real Decreto que permite a empresarios incumplir sus acuerdos de refinanciación. Autorizar que el deudor retrase los pagos a sus acreedores es una manera de fomentar la mora empresarial.

Cada ley tiene sus derivadas y estos Reales Decretos pueden producir el efecto contrario de lo que buscaban: mantener el empleo.

El 56% de la financiación de las pymes es vía crédito de proveedores. Si les falta liquidez por el vacío de ingresos en la hibernación, o porque la banca les corta la financiación, las empresas no pagarán y estrangularán a sus proveedores, que, a su vez, tampoco podrán pagar a los suyos creando un impago en cadena.

Otro 24,6% de la financiación en España son líneas de descuento. Entidades financieras ya han comenzado a cortar estas líneas de crédito a sectores vulnerables, porque ven que pueden quebrar o incumplir sus acuerdos de refinanciación. Como consecuencia, se aceleran las quiebras.

Los consumidores se resistirán a volver a restaurantes y tiendas porque el 99,7% de los casos de transmisión del virus ha sido en espacios cerrados.

Los que vuelvan gastarán menos porque el 60% de la población habrá reducido sus ingresos y todos tendremos más miedo al futuro. Nos quedaremos con las manos en los bolsillos y ahorraremos más.

Lo que dañará a la economía no será el virus, sino el miedo al virus, porque en España ya estamos teniendo el mayor impacto del mundo en vidas y en la economía.

Nuestro Gobierno puede levantar el Estado de Alarma, pero no puede ordenar a la gente que compre, ni a las empresas moribundas que resuciten.


Cuando salgamos de esta crisis habremos perdido gran parte de nuestro tejido empresarial y tardaremos más de una década en reconstruirlo.

Como estamos comprobando, se tarda poco en quebrar una empresa. Basta que un banco corte en la financiación, una caída de ventas, o un impago de proveedores para tumbarla. Por contra, desarrollar una empresa desde su arranque hasta que tenga más de cien empleados se tarda muchos años.

Por eso no estoy de acuerdo con los que dicen que la crisis pasará en 2021 o 2022.


La crisis durará más de cinco años porque se habrá destruido entre el 2020 y el 2021 más de un 20% del tejido de pymes: en solo dos meses ha caído el 10%.

Los empresarios deben saberlo y prepararse para una larga travesía por el desierto. Es momento de conseguir toda la liquidez posible y buscar inversores que refuercen el balance para que la empresa siga viva en el 2025.

Sobrevivirán los que encuentren inversores en capital riesgo o los que den entrada en su capital a grupos extranjeros. Aquellas empresas con deuda de más de dos veces su Ebitda deben empezar a buscar uno de estos dos tipos de inversores.

Esta crisis va a cambiar la estructura de los sectores. Viene una fuerte concentración empresarial y las empresas capitalizadas serán las que saldrán fortalecidas. Si quieres permanecer los próximos años en tu empresa, convence a los que la dirigen de que busquen capital. Si no lo hacen, ve mirando alternativas.

Tristemente los españoles han sido educados para rechazar el emprendimiento, pues se ha demonizado la figura del empresario. Eso ha calado en la cultura nacional y frenado el deseo de emprender. Como consecuencia, en nuestro país solo el 6,8% quiere emprender.


Con esta falta de iniciativa, ¿cómo se podrá regenerar el tejido empresarial para volver a crear empleo?

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Pues lo haremos. El 7% emprendedor serán los gigantes que nos ayuden a salir de esta crisis. Los españoles hemos demostrado en muchas gestas deportivas que nos crecemos y hacemos equipo ante los grandes desafíos.


Quieres ser solidario, pues emprende.

Ahora tenemos la oportunidad, y la necesidad, de demostrar nuestra solidaridad en la vida real, a través del emprendimiento, valorando a los emprendedores igual que hemos aprendido a valorar a los sanitarios.

Ante una perspectiva de seis millones de parados, no hay espacio ni tiempo para el lamento, ni para la negación enmascarada de optimismo. Hay que ser realistas, hay que ponerse a luchar, hay que emprender porque nuestros hijos, los parados, los pensionistas y muchos funcionarios nos necesitan.

La destrucción creativa forma parte de la Historia. El Corona ha transformado el mundo tal como lo veíamos y deberán transformarse las empresas. El primer paso para llegar a un sito es decidir que no vas a quedarte donde estas, por eso solo quienes entiendan la magnitud del cambio y sepan adaptarse rápido sobrevivirán.

Unos pocos saldrán fortaledidos y surgirán nuevos modelos de negocio que se apalancarán en los cambios sociales que se están produciendo

La buena noticia es que no hay educación como la adversidad, pues la necesidad es la madre de la audacia. La última medida del hombre no es cómo reacciona en tiempos de confort, sino cómo lo hace en tiempos de dificultad. Y en España sabemos que en eso no nos gana nadie.

Autor: Enrique Quemada Clariana - Consejero Delegado de ONEtoONE Corporate Finance @enriquequemada - www.onetoonecf.com - Linkedin: https://es.linkedin.com/in/enriquequemada

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