En España, según datos de ASCRI, el volumen de inversión batió un nuevo récord en 2019 con más de 8.500 millones de inversión en 680 operaciones. Además, el dinero asignado por inversores institucionales españoles superó la cifra de 1.800 millones, lo cual demuestra el interés creciente en este activo financiero como instrumento de diversificación para las carteras de inversión.

Una de las principales virtudes de estos fondos es su capacidad de generar valor a largo plazo lo cual contrasta con los fondos cotizados cuya valoración diaria, en muchos casos les hace incurrir en cierto cortoplacismo en su modelo de gestión. El formato estándar de fondos de capital privado, en los que el periodo de inversión y venta de los activos suele ser de 5 y 10 años respectivamente, permite a sus gestores llevar a cabo una estrategia pautada en la que se marcan hitos estratégicos para dotar de valor a la compañía participada y poder generar una venta de esta (EXIT) al mayor múltiplo posible sobre el precio de compra. El Capital Riesgo invierte en empresas en fase embrionaria y el Private Equity en las fases más expansivas, pero el «medio-largo plazo» es el denominador común de las dos estrategias de inversión.

En un entorno como el actual, el gestor o sponsor de capital privado (General Partner) debería disponer de palancas de gestión y de financiación que le permitan confeccionar un «cuadro de mando» que ayude a sus participadas a navegar por la crisis identificando sus necesidades tanto operativas como financieras. Por la parte operativa, deberán ayudar en múltiples frentes en función de la necesidad de la empresa participada. Áreas como el mantenimiento de la productividad del personal desplazado, la optimización de las cadenas de suministro, contención de costes en empresas con fuertes caídas en la demanda, gestión de clientes y proveedores, deberán ser prioritarias. Por lo que respecta a la financiación, el gestor deberá considerar la aportación de capital, bien directamente a través de los propios recursos de fondo o a través de un tercero que aporte equity o deuda.

Otro requisito importante para el gestor del fondo, puesto que se trata de activos no cotizados y por tanto menos transparentes, es la comunicación con los partícipes (Limited Partners) los cuales, además de estar informados de la actividad llevada a cabo por los gestores, deberían conocer la valoración del fondo con carácter periódico y no solamente una vez al año tal y como contempla la ley que regula a las Sociedades de Capital Riesgo. Para ello, aunque no sea lo más habitual en el sector, el disponer de una valoración independiente de las participadas hecha por un tercero, alineada con los estándares sugeridos por la IPEV (International Private Equity and Venture Capital Valuation) y que sirviera de contraste con la valoración interna del fondo, sería de gran utilidad tanto para el gestor como para el partícipe en el fondo.

Grandes gestoras de private equity cotizadas y que por tanto tienen un precio de mercado, como pueden ser Partners Group, KKR, Carlyle, Blackstone o Apollo han perdido todos entre un 35% y un 40% de su valor en el último mes, por encima del 29% de caída en el S&P 500 y, en el mundo del capital riesgo, el gigante Softbank ha caído un 50% en la bolsa de Tokio. Ello explica que, como no puede ser de otra manera, el valor del subyacente de este tipo de fondos refleja inmediatamente los vaivenes de la economía. Sin embargo, aunque exista una correlación entre la valoración de mercado de una empresa cotizada y otra no cotizada dentro del mismo sector, por múltiples motivos no podemos asumir que las valoraciones de estos vehículos han de ser un puro espejo de las circunstancias del mercado. Para ello, nada mejor que contar con un esquema transparente de valoración periódica en el que tanto partícipes como gestores puedan tener una idea clara de cual es la situación del fondo en cada momento.

Como conclusión, en el entorno actual los fondos de capital privado en sus distintas modalidades tienen una ventaja fundamental para la creación de valor frente a los fondos de activos cotizados, derivada de su mayor control sobre sus compañías participadas. Dicho control hace que sus gestores puedan implementar medidas de apoyo directo tanto en la gestión de la crisis, ayudándoles a superar las dificultades operativas que vayan surgiendo, como a través de un apoyo financiero explícito, inyectando capital o facilitando la búsqueda del mismo. Y es en momentos como el actual, mediante una gestión eficaz y transparente de cara a sus partícipes en los que este sector tiene su oportunidad para seguir demostrando las bondades del modelo de inversión.

Mientras tanto y a la espera de que pase este dramático nubarrón, seguiremos atentos a la evolución de este activo de inversión ya que, como diría Warren Buffett a los accionistas de Berkshire Hathaway en la antesala de la crisis financiera: «solo cuando la marea ha bajado descubres quien nadaba desnudo».

Mariano Colmenar, Socio director de Capital Markets de Fellow Funders

Publicado en: Expansión

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