Los dos grandes bancos españoles están comenzando a rentabilizar su inversión en start ups. BBVA y Santander, que desde hace más de un lustro han dispuesto sendos vehículos con capacidad para destinar hasta 250 y 200 millones de dólares (227 y 182 millones de euros), respectivamente, a la compra de participaciones en jóvenes compañías de base tecnológica, han visto cómo se ha multiplicado el valor que el mercado atribuye a algunas de sus apuestas.

BBVA, que canaliza sus inversiones en venture capital a través de su allianza con el fondo Propel, cuenta con una cartera de participaciones minoritarias en 29 compañías. De éstas, cuatro ya han alcanzado la categoría de unicornios; es decir, que han superado una valoración de 1.000 millones de dólares.

DocuSign, una firma estadounidense especializada en tecnologías para la firma de contratos a través de dispositivos electrónicos, es por el momento la joya de la corona. Pese a las turbulencias bursátiles vividas a raíz de la crisis del coronavirus, esta compañía registra una capitalización bursátil de más de 12.000 millones de dólares y casi ha duplicado su valor en el último año y medio.

Otra de las inversiones más provechosas para BBVA ha sido Coinbase. En su última ronda de financiación, de finales de 2018, esta fintech dedicada a las criptodivisas superó una valoración de 8.000 millones de dólares. Otras dos compañías, Hippo (especializada en la prestación de seguros para el hogar) y Prosper (que pone en contacto a demandantes de crédito con oferentes), también cuentan con un valor que, en opinión del mercado, alcanza los 1.000 millones.

"Aunque no divulgamos números específicos, sí que puedo decir que el rendimiento financiero ha superado nuestras expectativas", explica Jay Reinemann, socio de Propel Venture Partners, en una reciente entrevista publicada por BBVA con motivo del aniversario de este fondo de venture capital.

Propel está estructurado en dos sociedades, según el último informe anual de BBVA; uno afincado en Estados Unidos y otro en España. El primero, cuyo valor en libros superó los 107 millones de euros en 2019, generó un resultado positivo de 17 millones, mientras que el segundo (con un valor contable de 52 millones), proporcionó 15 millones a las cuentas del grupo presidido por Carlos Torres.

Ripple, Kabbage y Tradeshift

En el caso de Innoventures, el vehículo inversor de Santander, son tres las jóvenes start ups que se pueden considerar unicornios. La principal es Ripple, que utiliza la tecnología blockchain para llevar a cabo pagos globales. A finales del año pasado, la fintech logró que se valorase por encima de los 10.000 millones de dólares.

El banco presidido por Ana Botín cuenta en su portfolio con otras dos compañías milmillonarias: Kabbage, una plataforma tecnológica dirigida a proporcionar préstamos a pymes que a mediados del pasado año superó los 1.200 millones de dólares de valor de mercado. Igual estimación presenta Tradeshift, especializada en los pagos para comercio electrónico.

Innoventures, además, contaba con otro 'unicornio' en su cartera de una treintena de inversiones, iZettle, pero el banco español decidió hacer caja y vender su participación a PayPal, que se hizo con el control de la start up después de pagar 2.200 millones de dólares.

Fuentes del banco cántabro destacan que su entrada en el capital de estas jóvenes compañías no busca únicamente la rentabilidad. "Se trata también de trabajar conjuntamente con estas empresas y asociarte con las mismas. Actualmente, el 70% de las inversiones conllevan además algún tipo de colaboración", añaden estas fuentes.

Innoventures, localizado en Reino Unido, presenta un valor en libros de 187 millones de euros, y en 2019 generó un resultado positivo de 14 millones, según las cuentas anuales de Santander.

Al margen de los dos grandes bancos, solo Sabadell mantiene un porcentaje del capital (también minoritaria) en un unicornio. Se trata de Glovo, participada por el banco presidido por Josep Oliu a través, a su vez, de su participación en el fondo de venture capital Antai. El resto de entidades, o bien optan por otro tipo de inversiones (industriales, como en el caso de CaixaBank, a través de Criteria), o bien han lanzado muy recientemente su propio vehículo inversor, y por lo tanto no ha tenido tiempo aún de realizar compras y rentabilizarlas.

Por NICOLÁS M. SARRIÉS / Expansión

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