Ninguno habíamos conocido nada parecido al shock económico que estamos viviendo.

Este confinamiento, a diferencia de las crisis anteriores, está creando notables agujeros en los ingresos de las personas y en los balances de las empresas. Y esto viene en un momento de la Historia en que el Gobierno de España tiene su arsenal económico agotado y cargado de deudas.

Hay quien argumenta que cuando salgamos de la hibernación las empresas irán volviendo a la normalidad.

Si has visto un atasco en autopista, sabes que se crea en pocos minutos, todos frenan en seco. Pero se tarda horas en deshacerlo, pues han de arrancar y salir primero unos coches para que puedan hacerlo los siguientes.

La economía funciona igual. Es como una cadena y, tras un parón, el sistema tardará años en volver a fluir con normalidad.

No olvides todos los coches que han chocado con otros (empresas en concurso), o se han quedado sin gasolina (la banca les ha cortado las líneas de crédito) y tienen retenidos a los que van detrás (sus proveedores a los que no pueden pagar), provocando un caos todavía mayor.

La cadena de televisión norteamericana CBS ha realizado una encuesta y pregunta a los ciudadanos si acudirán a restaurantes, o eventos o tomarán vuelos una vez pase el confinamiento. Las estadísticas adjuntas señalan el tipo de reactivación que viene: el 80% dice que no lo hará.

Cuando explico en prensa que el déficit público en España va a alcanzar el 140% del PIB a finales del 2021, alguno me llama cenizo. No soy pesimista, hago números y los comparto para que los empresarios reaccionen, tomen medidas y eviten unas quiebras que destruyan el tejido empresarial y social.

Quien crítica parece no tener en cuenta que el ratio deuda/PIB se calculará desde un PIB menor. El PIB se reducirá y la deuda crecerá. Este parón producirá, por un lado, una caída de PIB del 20% entre 2020 y 2021 y un incremento de deuda pública (más del 20%).

España tiene 1.25 billones de euros de PIB, si cae un 20%, pasara a tener 1 billón. Si la deuda pública es 1.19 billones y aumenta un 20% porque se han reducido los ingresos tributarios y hay que pagar más desempleo, subvenciones a sectores en crisis, condonación de impuestos, ejecución de avales, planes de construcción pública, etc. La deuda pasa a ser 1.43 billones. Es decir, un 143 % del nuevo PIB a finales del 2021.

Dado que quienes nos gobiernan no tienen en alta estima a los empresarios, han centrado sus ayudas en los particulares. Los estímulos directos a las empresas no han alcanzado el 2% del PIB. El apoyo fiscal se ha centrado en aplazamiento de impuestos, pero eso no rellena el vacío que crea la falta de ingresos.

Se está prestando con aval del Estado a muchas empresas que no lo necesitan, para regocijo de los bancos, que están bien preocupados con la mora que les viene. Así se ha gastado tan rápido. El dinero debería ir dirigido a las empresas que si lo necesitan para salir vivas de esta crisis.


De poco sirven las líneas de avales o los retrasos de impuestos cuando lo que hay es un agujero en los ingresos.

La consecuencia es que en cincuenta días han caído más empresas que durante los cuatro primeros años de la crisis del 2008. Si el agujero se tapa tarde, se tapará con tierra porque las empresas muertas ya no resucitan.

A la vez, el 40% de la población activa está ahora inactiva entre parados, ERTEs y autónomos que han cesado en su actividad (9,3 millones de personas de los 23 millones de población activa). Es decir, solo el 31% de la población española está trabajando. Esto incluyendo a los 2,6 millones de funcionarios públicos; si no los contamos, el 24% de la población genera los ingresos que sostienen al otro 76%.

Tal vez el Gobierno podría dar ejemplo reduciendo ahora Ministerios y altos cargos públicos. Si no lo hace voluntariamente, los acreedores lo impondrán.

Es una crisis que no ha hecho más que empezar, porque el índice real de contagiados en España está alrededor del 10%, y se necesita un 60% para contener una pandemia. Por lo que cuando salgamos a la calle, lo lógico es pensar que volverá a haber brotes y, como consecuencia, habrá otros confinamientos.

Vamos a pasar de confinar a todos por prudencia a desconfinar a todos con imprudencia. ¿No sería mejor proteger al máximo a las personas mayores o con afecciones pulmonares, en vez de confinar indiscriminadamente a toda la Sociedad?

Cuando una catástrofe como el Covid-19 tumba la economía, frena en seco producción, la inversión (-7,1%), el comercio (-5,1%), las exportaciones (-8,4%) y el consumo (-7,5%), normalmente el Estado sale al rescate con políticas monetarias y fiscales.

Europa apenas tiene margen para política monetaria porque los tipos de interés están a cero. Aun así el BCE está haciendo la mayor expansión cuantitativa de su historia.

En políticas fiscales, para combatir la crisis el Estado se endeudaría vendiendo Bonos y gastaría ese dinero en ayudar a las empresas y a los ciudadanos. Esta vez se necesita mucha deuda nueva porque no se trata de estímulos, ni de empujar la actividad económica, sino de intentar sustituir la actividad desaparecida durante el confinamiento.

Cuando a un país sobre endeudado le caen los ingresos porque las empresas tienen pérdidas con lo que no generan Impuestos de Sociedades, las compañías frenan sus inversiones, las familias consumen mucho menos y pagan menos IVA, los empleados son despedidos y no pagan IRPF y, además, tiene que subsidiar el paro de muchas más personas, ese país empieza a tener dificultades hasta para pagar los intereses de su deuda.

Si el país ya tiene mucha deuda y se ve que va a generar mucha más, los inversores empiezan a venderla por miedo a un default, como sucedió en Grecia. En 2013 los que tenían bonos de Tesoro griego (un país teóricamente protegido por el BCE) perdieron el 78,5% de su dinero. Los inversores no lo olvidan.

Nuestra prima de riesgo sigue reducida porque el Banco Central Europeo dice que comprará todos los bonos del Tesoro Español que sean necesarios. Pero tengamos presentes que no somos los únicos con problemas: esta crisis golpea duro a Italia, a Portugal, a Grecia, a Francia, y todos ellos emiten bonos. Europa no tiene dinero para rescatar a todos.


Europa seguirá sosteniéndonos, pero comenzará pronto a imponernos condiciones.

Ante una crisis de este calado, algunos países optan por imprimir dinero nuevo para financiar el gasto público. Sin embargo, España no puede hacerlo porque al entrar en la Unión Europea renunció a esa capacidad.

El viernes 01 de mayo el BCE puso en marcha una barra libre para la banca llamada Operaciones de Refinanciación a Largo Plazo de Emergencia Pandémica (PELTROs) con la que los bancos podrán ganar un 0,25% solo por pedir prestado. Ese dinero lo invertirán los bancos en comprar bonos de Tesoro español y ganarán con ello un buen diferencial. Eso le permitirá a nuestro Gobierno endeudarse más e incrementar el gasto público.

La Unión Europea está también creando dinero e incurriendo en déficit fiscales y ha lanzado un fondo de reconstrucción de 2 billones de Euros.


¿Por qué Europa no quiere coronabonos ni acepta mutualizar las deudas como pide el Presidente Sánchez?

Porque Europa ve que España lleva años incrementando su deuda; aun en los tiempos de bonanza recaudatoria, que deben servir para reducirla.

Los paises del norte de Europa no entienden que España quiera derogar una reforma laboral cuando se tiene un 14% de paro, o que por ley que se garantice el poder adquisitivo de todas las pensiones, cuando en sus paises no lo hacen.

Cuando un país vive por encima de sus posibilidades, tiene déficit públicos e incrementa su nivel de deuda. España lleva trece años generándolos.

Como consecuencia la deuda de nuestro Estado no ha dejado de aumentar hasta alcanzar el 97% del PIB.


La petición de España a Europa de que mutualice la deuda, es pedir a los ciudadanos del resto de los países de Europa que paguen nuestros gastos.

Difícil de vender a los vecinos que nos prestan, cuando España el año pasado, siendo el país cuyo PIB más crecía, no rebajó su deuda sino que la incrementó, con descaro, en más del doble de lo comprometido.

Por eso me sorprendió cuando el presidente Sánchez dijo hace unos días en Expansión: No podemos permitir que los lobos del populismo antieuropeo aprovechen la oportunidad de la crisis para extender su mensaje de odio. Yo no creo que estemos en posición de criticar a los vecinos que nos prestan.


Los países del norte de Europa están preocupados por sus propias economías.

Alemania ve que su propio PIB caerá más del 9% en 2020 y, como tiene una inmensa incertidumbre sobre su futuro, le cuesta centrarse en el problema de los demás. Holanda tiene dentro la batalla del populismo anti Sur de Europa y están preocupados en como bajar su deuda/PIB del 60%.

Los que dirigen Europa miran al conjunto. Son muchos los países que van a sufrir y están altamente apalancados como Italia, Grecia, Portugal o incluso Francia, con una deuda pública del 98,4% sobre el PIB.

Alemania teme además que si crea dinero nuevo para todos podría provocar alta inflación, algo que les aterra tras aquella experiencia de creación de dinero, justo hace cien años, que los llevó al populismo Nazi.


Alemania nos ayudará, porque entienden que el mundo se ha regionalizado y necesitan tener un bloque fuerte que haga frente a Estados Unidos y a China. Pero nos impondrán condiciones: retraso de la edad de jubilación, incremento del IVA, congelación de salarios públicos, de pensiones, reducciones en tamaños de las Administraciones, flexibilización del mercado laboral con rebaja del salario mínimo, etc. Aunque duela, lo necesitamos.

Cuando las empresas o las familias viven por encima de sus posibilidades, se arruinan. Algunos de nuestros dirigentes están empezando a entender que a los países también puede pasarles.

Está muy bien maximizar tu Estado de Bienestar, pero solo el que puedas pagar con lo que tú ingresas, no a costa de vecino. En el caso de España, hemos vivido a costa de los demás, endeudándonos a tope para ello. Cuando llega una crisis, y baja la marea, es cuando se ve quién está desnudo, sin colchones de seguridad.

Esta crisis les va a resultar mucho más dolorosa a los países emergentes, que no están como nosotros bajo el paraguas de una moneda sólida como el Euro, moneda que se utiliza en el 25% de las transacciones internacionales.


Los países fuera del euro, el dólar, el yen y el yuan, van a sufrir especialmente y aquellos que dependen del petróleo muchísimo más.

Esta crisis va a crear una brecha mayor entre países ricos y pobres. Un diferencial que en los últimos años estaba acortándose.


La buena noticia es que Europa y el BCE nos van a prestar a un interés ultra bajo, lo que nos permitirá pagar intereses muy reducidos.

Puede que hasta nuestros gobernantes aprendan la lección y abandonemos la costumbre de vivir por encima de nuestras posibilidades con el dinero de los demás. Tal vez ayude a que busquemos un Gobierno que sea vigorosamente frugal y sencillo.

Esta crisis nos va a enseñar a vivir de forma más austera, a no derrochar. Ayudará a cambiar nuestra cultura y modo de vida. No seremos más infelices, ya que consumo no es sinónimo de felicidad.

Todos deberemos vivir más sencillamente para que otros puedan sencillamente vivir.

Autor: Enrique Quemada Clariana - Consejero Delegado de ONEtoONE Corporate Finance @enriquequemada - www.onetoonecf.com - Linkedin: https://es.linkedin.com/in/enriquequemada

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