El levantamiento progresivo en muchos países de las restricciones a la actividad económica y las expectativas de una recuperación más rápida de lo esperado se han trasladado a los sectores más perjudicados por la crisis del coronavirus, como el turismo. Las bolsas mundiales han reaccionado con fuertes alzas, pese a que las previsiones macroeconómicas oficiales siguen siendo negativas. En esta serie semanal de informaciones de actualidad ofrecemos una recopilación de datos, hechos y tendencias para medir la temperatura de la recuperación en España y en el mundo.

La economía: los datos son positivos, las previsiones no tanto

Los últimos datos puntuales sobre le evolución real o percibida de la situación económica son positivos. En Estados Unidos, un reportaje de The Wall Street Journal concluye que lo peor ha pasado y que hay señales claras de reactivación en negocios como los hoteles, las aerolíneas, el transporte o el número de solicitudes de nuevas empresas, aunque los expertos creen que hay que ser cautos porque el punto de partida en todos esos indicadores era muy bajo. En Alemania, los índices de confianza de los consumidores, de los empresarios y de los economistas han mejorado ligeramente en mayo.

En España, también se aprecia una buena evolución del comercio. Según los datos de Pulso, una herramienta de Banco Sabadell que mide las operaciones con tarjeta, la actividad en el sector comercial en la última semana fue de un 81,45% del mismo periodo del año pasado y tiende progresivamente a normalizarse. Asimismo, la demanda de electricidad de las grandes industrias españolas está ya en torno al 85% del nivel anterior al estado de alarma. En cambio, las previsiones macroeconómicas oficiales continúan estando en la franja negativa. Tanto el Banco Central Europeo como el Banco de España han descartado sus primeros escenarios menos adversos y ahora apuestan por una caída del PIB en 2020 de entre el 8% y el 12% y entre el 9,5% y el 12,4%, respectivamente.

Mercados: las bolsas festejan la vuelta de la actividad

Los mercados han vivido una semana claramente alcista. La práctica totalidad de los principales índices mundiales saldaron la semana del 21 al 28 de mayo con subidas significativas, ante la mejora de las expectativas de la recuperación. La que más subió (+8%) fue la bolsa española, probablemente estimulada de forma extra por la aprobación del plan de recuperación de la Comisión Europea, que a su vez también explica el considerable descenso de la prima de riesgo. El diferencial con el bono alemán ha caído en la semana un 14% y se ha situado en 100 puntos, el nivel más bajo desde el 7 de marzo. Europa y Japón acumularon aumentos del 6,5% y el S&P 500 de Estados Unidos se quedó en el 4%. Aunque los índices están todavía lejos de volver a los niveles previos a la pandemia (en Estados Unidos no tanto, les separan apenas un 10% desde el pico de febrero), tal parece que los mercados viven una realidad más optimista que los restantes agentes de la economía real.

Esta brecha de expectativas tiene sus riesgos, en opinión de The Economist, que duda de que el impacto de la crisis en las bolsas de valores pueda resolverse de forma tan suave. Otros mercados menos sofisticados sí notan la dureza de la pandemia. En la isla japonesa de Hokkaido, la primera subasta de dos melones de la temporada (algo así como el primer salmón o campanu en Asturias) se cerró a un precio de 120.000 yenes (alrededor de 1.000 euros), una cifra 40 veces inferior a la que se pagó en 2019, según informa The Japan Times. Los tiempos no están para subastas folklóricas.

Turismo: esperanzas para el verano

En todos los diagnósticos sectoriales de la crisis, el turismo es la actividad que sale peor parada. El confinamiento fue un martillazo en la sien para las empresas vinculadas directa o indirectamente con el sector. Ahora, conforme se van levantando las restricciones, el panorama ha mejorado, y hay indicios de que el verano será mejor de lo que se esperaba. En Europa ya hay planes para corredores turísticos seguros, se eliminan cuarentenas obligatorias y se hacen llamamientos para fomentar el turismo nacional.

En España, el detonante del optimismo fue el anuncio del Gobierno de la apertura al turista extranjero a partir del 1 de julio, lo cual disparó las expectativas de las cadenas hoteleras y de las aerolíneas. Hasta los cruceros, otro de los negocios malditos por la pandemia, parece que empiezan a levantar cabeza, según Bloomberg, aunque de momento los planes para volver a la actividad se concentran en los itinerarios fluviales.

Una iniciativa destacada que cita el diario japonés Yomiuri Shimbun es la posibilidad de que el Gobierno nipón costee la mitad de los gastos de los turistas que lleguen al país. La oferta parece que está todavía un poco verde, pero de concretarse sería un estímulo importante para viajar hasta allí. Ahora, cada día de estancia en Japón le cuesta a un turista una media de 120 dólares, una de las cifras más altas de Asia. Pero si el Gobierno paga la mitad, sería cosa de pensárselo, porque el presupuesto diario se quedaría al nivel de los de China, Pakistán o Myanmar.

Automóvil: adiós a la planta de Nissan en Barcelona

Los peores temores se han confirmado. Nissan ha anunciado que cerrará en diciembre sus instalaciones en Barcelona, después de que el grupo japonés perdiera 6.200 millones de dólares en su último ejercicio fiscal. Según explica The Wall Street Journal, Nissan llevaba más de un año replanteándose su estrategia para resolver sus problemas de sobrecapacidad (sus plantas fabricaban siete millones de vehículos pero solo se vendían cinco millones) y la crisis del COVID-19 ha acelerado sus planes de reestructuración. Su objetivo es dejar solo en Europa la planta británica de Sunderland. El ajuste le ha sentado bien a la cotización de sus acciones, que a lo largo de la semana ha aumentado más de un 20%.

Negocios: el improbable ‘boom’ del ajedrez

Uno de los más improbables ganadores de la crisis del coronavirus es el negocio del ajedrez. La pandemia ha cancelado las competiciones presenciales, como en todos los demás deportes, pero ha facilitado el desarrollo de los torneos por Internet de partidas rápidas. Al disputarse con límites de tiempo muy estrictos, los jugadores no pueden beneficiarse de ayudas externas y por tanto la competición se considera perfectamente homologable. Eso, unido al confinamiento, ha favorecido un aumento espectacular de las audiencias en las distintas plataformas online y un incremento también notable del negocio, tal y como cuenta The New York Times.

En el centro de este boom, explica la newsletter Marginal Revolution, está Magnus Carlsen, un noruego de 29 años que llegó a jugar en un club de Mérida (Badajoz) cuando era un chavalín y que ha dominado el ajedrez mundial desde 2013, tanto en la modalidad convencional como en partidas rápidas y superrápidas. Carlsen no solo es un excepcional jugador. Es también una estrella en YouTube y un astuto inversor que tiene intereses en distintas empresas que explotan el renovado éxito del ajedrez y de su propia figura como deportista de élite. Por lo que se ve, Carlsen es de los que nunca desperdician una buena crisis.

Posdata. Europa al rescate, según, cómo y cuándo

Una de las grandes noticias de la semana ha sido el anuncio de la Comisión Europea de lanzar un plan de recuperación económica dotado con 750.000 millones, de los cuales 500.000 millones se distribuirán mediante subvenciones directas (que no hay que devolver) y los restantes 250.000 millones lo serán en forma de préstamos (que sí hay que pagar). La propuesta es bastante beneficiosa para los países del sur, cuyas economías son las más afectadas por el coronavirus. España, por ejemplo, podría aspirar a llevarse de 77.000 millones en subvenciones y 63.000 millones en préstamos.

Pero, como bien dice Financial Times, hay un montón de obstáculos a superar antes de que ese plan se lleve a efecto. El programa necesita la aprobación de los 27 miembros de la Unión Europea, del Parlamento Europeo y de los parlamentos nacionales, y en ese complejo proceso se va a poner sobre la mesa desde el tamaño del fondo hasta el reparto entre subvenciones y préstamos, pasando por las condiciones para concederlos, la vigilancia sobre su aplicación o cómo pagar la enorme deuda que se genera. El aparente apoyo al proyecto de la canciller alemana, Angela Merkel, facilitará las negociaciones, pero todo eso llevará su tiempo.

¿Y mientras tanto? Una posibilidad para reparar el tejado en medio de la tormenta es usar la financiación del Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE), que dispone, para usar ya, de una línea de créditos de hasta 240.000 millones en condiciones muy favorables. Sin embargo, hay una resistencia en muchos países, especialmente en España e Italia, a utilizar ese salvavidas por lo que supone de “estigma” ante la opinión pública. Es como si alguien se niega a ponerse en la cola del comedor social por lo que puedan pensar los vecinos. Lo cuentan Financial Times y la web Politico. El único país que de momento no parece tener miedo al qué dirán es Chipre, que sí está dispuesto a tirar del MEDE, según informa el diario Kathimerini Cyprus.

Otro de los instrumentos de ayuda que ha aprobado la Comisión Europea es el plan de ayuda al desempleo (en inglés, Support to mitigate Unemployment Risks in an Emergency, o SURE). Es un programa de préstamos de 100.000 millones (hasta 15.000 millones para España) que viene muy bien para costear en parte los gastos de los ERTE, pero que tiene un alcance limitado.

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