Sara Sanz es directora de Inveready Capital Company, consultora de startups en financiación pública para proyectos de I+D, incentivos fiscales y avales. Se incorpora a grupo INVEREADY en 2009 para completar la financiación de compañías participadas mediante instrumentos financieros no dilutivos.

Anteriormente dirigió el departamento de ayudas de otra consultora para pymes y trabajó en diversas posiciones en la administración pública, relacionadas con financiación, I+D, inversión extranjera e impacto socio-económico. Es economista, actuaria y MBA por ESADE. Actualmente es miembro de diversos Consejos de Administración de empresas participadas y fondos del grupo INVEREADY.


En Inveready entramos en el capital de empresas tecnológicas de alto crecimiento, que tienen fuertes necesidades de financiación en los primeros años de vida, en los que se define, se desarrolla y se lanza un nuevo producto o servicio al mercado (o, por lo menos, una primera versión del mismo).

Para nosotros es importante ver que el emprendedor está comprometido con el proyecto y confía en él. Parte de ese compromiso se refleja, más allá de lo que te pueda transmitir el emprendedor y su proyecto, en ese primer capital que el emprendedor (y su círculo más cercano) ha/n puesto en la empresa. Es importante sacar mucho jugo a ese primer capital para poder mostrar unos mínimos resultados y buscar a más “locos” que sigan apostando por el proyecto y por hacerlo más grande.

Nuestra política de financiación de startups siempre ha contemplado el acceso a financiación pública, de forma complementaria al capital, como una forma de apalancar dinero privado porque es una fórmula más barata para el emprendedor, al no provocar dilución y al poder avanzar en el desarrollo del producto/servicio, creando más valor para la empresa y pudiendo acceder a superiores rondas en el futuro, controlando todavía la empresa. Cuanto más dinero privado haya, también más acceso a dinero público tendré, es decir, hay una cierta correlación entre ambos. Han pasado ya aquellos tiempos en los que una empresa con 3.000€ de capital social, conseguía ayudas por valor de 1M€ (afortunadamente para todos).

También es verdad que las ayudas públicas no son “gratis”, como a veces se tiende pensar, sobre todo las subvenciones, dado que suponen un trabajo (es decir, recursos) a la hora de solicitarlas y justificarlas. Por este motivo, recomendamos estudiar muy bien en cuáles ayudas se encaja realmente o se tienen mayores probabilidades de éxito, para no perder el tiempo, para no desenfocarte de tu “core” o porque después no se puedan llegar a justificar por no corresponderse con lo que la empresa realmente necesita y haya que devolverlas.

Podemos considerar subvenciones, préstamos, deducciones fiscales y bonificaciones a la Seguridad Social. Aunque las subvenciones sean más atractivas a priori, seguro que hay proyectos que necesitan más porcentaje de recursos para acometer los gastos y que el dinero llegue pronto, características que suelen tener los préstamos versus a las subvenciones. Lo importante de los préstamos para el emprendedor será que no requieran la constitución de garantías, más que le tipo de interés a pagar.

Como emprendedor y, en función de cada actividad y sector, recomendaría explorar las ayudas de NEOTEC (para proyectos con una base tecnológica importante), ENISA (para complementar rondas de capital), Torres Quevedo (para la contratación de doctores), RETOS (para proyectos de I+D en colaboración con Universidades u Hospitales) y Ayudas autonómicas como Ekintzaile o Aurrera.

Por Tamara Cruz / BerriUp

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